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martes, 1 de mayo de 2018

LA NOTA DE HOY




UNA VISITA A LA FERIA





Del 26 de abril al 14 de mayo, en el predio ferial de la Sociedad Rural de la CABA, se realiza la 44ta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Cabe señalar que aunque se denomina “Internacional”, la Feria también tiene una dimensión nacional. Es así que ofrece a las provincias un espacio para la ubicación de sus stands; en los cuales, además de la exposición de libros, tienen lugar presentaciones y otras actividades literarias. También está programado un "día de la provincia"; fecha en la cual se realiza un acto alusivo durante el que el respectivo estado puede presentar a sus escritores y sus obras. Existen distintos criterios respecto a la selección de los autores que se presentan en esta oportunidad, dado que el acotado tiempo disponible obliga a ello. Pero aquellos que no pueden estar en este espacio disponen aún del puesto oficial para difundir sus creaciones; lugar donde parece adecuado la mayor participación posible de autores y una amplia exhibición de la obra provincial disponible.

Como lo hace todos los años, Literasur se acercó a efectos de descubrir las huellas de la Literatura Patagónica en el evento.

Iniciando el recorrido por el Pabellón Ocre, asiento habitual de los stands de las provincias, se observa, en lugar destacado y con un amplio espacio disponible, el puesto de Tierra del Fuego; que fue premiado por su cuidadosa presentación en una edición anterior del salón. En el lugar puede encontrarse una informativa folletería. Entre las actividades previstas se encuentran la presentación de los libros “Bestiario de América” de Jorge Bernard, “Prisioneros del fin del mundo” de Silvana Cecarelli, “Gauchos en Malvinas” de Mario Beccaceci, “Legados fueguinos” de Cecilia Belloti y “Entre dos mundos” de Margarita Maldonado; ejemplares de los cuales, junto a otros, se exhiben en las vitrinas del puesto. Por fortuna, a diferencia de otras oportunidades, algunos de los volúmenes se pueden adquirir; facilitando la difusión de las letras fueguinas. También se presentará la revista cultural “Fuego”, actividad a cargo de Cany Soto; y tendrán lugar charlas y manifestaciones musicales y poéticas. Cabe destacar que el día de la provincia se realiza el 10 de mayo, a las 18 horas, en la Sala “Alfonsina Storni”.

A su lado, como mostrando la unidad patagónica, se halla el prolijo stand de Santa Cruz, donde además de exponerse los ejemplares de las publicaciones originales de las obras de Juan Hilarión Lenzi, encuadernadas en cuero; pueden verse, entre otros libros, los volúmenes que se presentarán en el stand en los días sucesivos: “Hermana distancia” de Mirta del Pino, “El cuerpo simbólico” de Alejandro Allochis, “Mil relatos y una vida” de Diego Ayaquintuy, “La vida a cuentagotas. A veces la magia sucede” de Marcia González, “Prostitución del Alma” de Sheila Lincheski, “Danza con fotos” de Osvaldo Mondelo: y los dos libros que tuvieron mención especial en el concurso de selección de obras a presentar en el acto oficial, “El después” de Rubén Martínez Cansina y “Desafíos que impulsaron la aviación” de Leonardo Wozniak. El día 11 de mayo a las 15 horas, en la Sala “Adolfo Bioy Casares”, se celebra el día de la provincia de Santa Cruz; oportunidad en la cual se presentarán las obras seleccionadas al efecto: “Poética” de Daniel Rasgido, “Mi Burbuja Ambiental” de Gregorio Mansilla, “La Manta de Retazos” de Blanca Alegre, “La deposición de Del Val y el Ascenso de Kirchner” de AA.VV y “Santa Cruz de hielo” de Andrés Berón y Luis Ferrarassi.

Adentrándose en los otros pabellones, se encuentra alguna que otra presencia de la Literatura Patagónica. Se destaca el stand de la Librería “Patagonia Sur”, nuevamente presente; un esfuerzo privado que todos los años expone un abundante material de la región. Además de permitir comprar el material de los autores sureños; facilita un espacio para que algunos de ellos puedan presentar sus libros y disponer de un sitio para firmarlos. ¿Qué otra oportunidad pueden tener muchos escritores australes para ofrecer sus obras en Buenos Aires? 

Otro puesto donde se observan varios ejemplares con temas sureños, es el de la casa editora “Publicaciones Navales”. Ofrece diferentes títulos de temática sureña; muchos de ellos relacionados con el mar austral.

Una exploración atenta nos lleva a encontrar, aquí y allá, en las distintas editoriales, tanto de difusión masiva como de ediciones de autor, ejemplares de temática y/o autoría sureña. También se observa la presencia de algunos autores del sur en las actividades centralizadas que la institución responsable de la realización de la Feria; lo que puede ser consultados en el programa del evento que figura en la página de internet del salón.

La Patagonia siempre despierta curiosidad en el resto del país; y así lo sienten quienes se acercan a la Feria, deseosos de ver una muestra de la cultura de esa región. Leyendo los guarismos de los visitantes el año pasado, hablan de una concurrencia de miles de personas por día. Sin dudas, la Feria es una excelente vidriera para dar a conocer la Literatura Patagónica; no sólo a la Nación sino a otros países que participan de la misma. Además de ser un lugar de exhibición de las creaciones sureñas, también es un adecuado ámbito para conversaciones y acuerdos entre entidades e instituciones que pueden llevar estas obras a otras latitudes.

Parecería ser una oportunidad que hay que aprovechar, para el bien de los escritores -y también de las editoriales- regionales.



J. E. L. V.

viernes, 27 de abril de 2018

EL POEMA DE HOY






ABRIL

Por Olga Starzak





Abril con su tibia resolana
acaricia  el  recuerdo
de  aquel otoño en sepia

Los leños en el hogar
crujen  al ritmo de la piel sedienta.
En  la penumbra del cuarto
se cuela un halo de luz  
audaz,  atrevido...
Acompañan  su  recorrido 
esas manos expertas.

Se esfuman las sombras 
y los labios evocan la palabra AMOR
Tierna
           Visceral
                          Intensa.




 Abril de 2018.





viernes, 20 de abril de 2018

LA NOTA DE HOY





DE ESPECIAS VIVIRÁ EL HOMBRE


Por Jorge Castañeda (*)






Desde los tiempos más remotos el hombre supo meter mano a las especias de todo tipo, color, olor y sabor. Junto al oro y las joyas: regalo de reyes. Moneda para el pago de rescates han significado poder y riquezas para quienes han controlado su tráfico y comercio. Dieron esplendor a los pueblos que las supieron monopolizar y supo nacer de ellas el arte de condimentar.

A mí me gusta contemplar los especieros ordenados en las alacenas y el gusto de destaparlos y olerlos es incomparable. Su aroma me perfuma el alma. Me trae recuerdos de mi madre y de su cocina sabrosa y sencilla.

Escribiendo esta crónica me siento un Marco Polo, un Colón, un Vasco de Gama y como dice la Biblia “acerco los tamos a mi nariz”.

Tengo en mis manos polvo de achiote, que sirve como colorante de quesos, helados, salchichas y cremas. Y para la carne y los embutidos quiero una pizca de las delicadas hojas de ajedrea, condimento picante para rebozar pescados.

La albahaca para la salsa pesto donde es reina y señora desvela las delicias de cualquier mesa que se precie, o un pellizco para la base de las pizzas. De albahaca son mis recuerdos y de albahaca los olores de la cocina mediterránea.

Para los guisados yo quiero utilizar alcaravea con sus tallos, sus semillas y las raíces primarias. Y quiero que con el extracto de sus semillas que me preparen Kümmel, licor de los dioses.

Me veo saborizando los panes con las semillas de amapola y también los dulces y los pasteles. ¡¡Un manjar!!

Dadme anís para las tartas y los licores y el cielo derribado del anís estrellado para condimento de las carnes y con su aceite hacer pastis. ¡Salud!

Al apio lo quiero mucho, ya sea en ensaladas o aromando la sopa y el puchero, ¡qué rico!

Me pongo exquisito y manirroto. A las estigmas del azafrán las apetezco ya en hebras o en polvo. En vasijas pequeñas es un diminuto tesoro de color y de sabor. Me pongo exigente y sólo quiero comprar el procedente de “cierta región de La Mancha” porque no solamente de quijotes vive el hombre.

Ante la canela me saco el sombrero. Para el café una delicia, para maridar con los postres, para el ponche y los pasteles. En rama o en polvo nunca ausente. Corteza derribada, fragante y fina.

Compro cardamomo si me encuentro holgado de dinerillos para los panes y los curries. Si es el de Ceilán soy Gardel.

Del cebollino solo expreso que sus hojas son ricas en la ensalada y para aromatizar los quesos. Todo un arte.

El cilantro se ha impuesto a trompicones en la alta cocina de todo el mundo; señor en la sopa y para sazonar potajes y platos con carne y pescados. Me gusta pero sin abundar.

El clavo tiene historia y prosapia. Son los capullos secos de la flor del clavero: para marinar las carnes: clavo, clavo y clavo.

Yo ante el comino pongo la capa: para las empanadas, infaltable en el cuscús, está como un señor en mi especiero.

Del curry poco hablo porque suele mezclar entre 16 y 20 especias distintas. En la india es el rey y en Madrás se hace fuerte y picante.

Para los exquisitos la cúrcuma. El daikón con su forma de rábano para ensaladas o como guarnición. La endrina con cuyas bayas se preparan mermeladas y jaleas. El epazote, pariente del cilantro, para guisados y platos con alubias.

Señores estoy nombrando al estragón y me pongo de pie. Su sabor es único y característico, ingrediente esencial de las hierbas más finas.

De la galanga utilizo las raíces para los embutidos. La hierbabuena es una gran señora de los platos: por mi ascendencia árabe la tengo entre mis preferidas y la cultivo en mi jardín. Su aroma me llena el corazón de recuerdos.

El hinojo con sabor de anís, ya crudo o cocinado. El hisopo para los platos con frutas.

El jengibre está en un pedestal. Su raíz es un condimento esencial para muchos platos. Para la salsa bechamel el macis. La mejorana ni hablar con las verduras y los huevos: relaciones de buena vecindad.

El laurel merece toda una crónica por sí solo. Tiene antigüedad, linaje, nobleza, honor, gloria, arquitectura y literatura. Sus hojitas sahúman como un incienso pagano y gastronómico. Salud hojas de acanto.

La mostaza tiene la humildad que le dejó el evangelio. Pequeña pero fuerte. Vale oro. La nuez moscada me trae recuerdos de mi infancia con su exótico y pequeño rallador.

Si del orégano hablamos lo remito al lector al poema de las Odas Elementales donde Pablo Neruda supo glosar sus maravillas.

De perejil somos. Nos emperejilamos por cualquier cosa. Siempre está a mano. Verde y salvador. Quiero plantas tan grandes como para dormir la siesta bajo su sombra.

El pimentón nunca falta: esta siempre preparado para aderezar los pulpos y los platos típicos de la cocina española.

Por las pimientas muchos dieron sus propias vidas. Están siempre presentes. Son imprescindibles. En todas sus variedades. Merecen un poema, una crónica y mucho más.

Y de la sal, de donde viene la palabra salario, se puede escribir muchos libros, hacer una Biblia con su historia que es en definitiva la historia del hombre.

Para el asado de cordero dadme romero. Para condimentar aves viva la salvia. La pasta gruesa de tahini la tengo en frascos que atesoro para condimentar los garbanzos y toda la cocina del Oriente Medio.

Cuando salgo a caminar por la estepa patagónica vengo con manojos de tomillo silvestre entre mis brazos. ¡Que aroma para aderezar las salsas!

La vainilla tiene una larga tradición repostera. Se extrae por la fermentación de la vaina de una orquídea trepadora. Y así ha sabido trepar a las cremas, los helados, los pasteles y cuantas otras delicias.

El último párrafo es para el wasabi que merece un ditirambo. Rábano picante japonés para condimentar el sushi y el sashimi, pequeños bocadillos de sabor tan atractivos como para pintar una naturaleza muerta. 

Sé de mis limitaciones. Pido perdón. Seguro que hay omisiones vergonzosas. Especias de todo el mundo, perdonadme si faltan algunas: ¡Qué tengáis larga vida!







(*) Escritor de Valcheta. Crónica tomada de su libro “Crónicas & crónicas” (Edición de la Imprenta de la Legislatura de Río Negro, Viedma, 2015).



domingo, 8 de abril de 2018

LA NOTA DE HOY





FERIAS DEL LIBRO EN LA PATAGONIA


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




¿Qué es una Feria del Libro? Según la Real Academia Española, se trata de una instalación donde se exponen los productos de un solo ramo industrial o comercial, en este caso libros, para su promoción y venta. Si bien esta muestra en su origen fue sólo un mercado de textos, con el tiempo se volvió un espacio cultural, que al intercambio de bienes agregó la difusión de las letras entre un público variado y numeroso. Pero para hacer honor a su nombre, el protagonista de la feria debe ser el libro. Y junto con el libro, la Literatura. Y el escritor. Y las editoriales, las librerías, las bibliotecas. Y los lectores.

¿Qué actividades se espera que ocurran en tal sitio? Exposición de ejemplares, presentación de obras nuevas, conferencias individuales o grupales sobre temas afines. A lo mejor puede albergar otras manifestaciones artísticas, relacionadas en forma íntima con la escritura. Pero, sobre todo, tiene que haber libros. Y Literatura.

Los eventos en cuestión son valiosas oportunidades para mostrar la creación artística de un determinado grupo humano. La opción más corriente es la exhibir las obras agrupadas según el lugar geográfico donde se generaron. En una feria internacional, los expositores serán los diferentes países, en una feria nacional, las provincias, en una provincial, las localidades, en una local, los cultores de la pluma del lugar. Por supuesto, las ferias tienen una doble faz, pues enseñan lo vernáculo a lo universal y viceversa; aunque al mencionar esto hay que recordar que la prioridad la da el hecho de ser una oportunidad –a veces única– que tiene el interior para difundir a sus escritores y su acervo literario.

Estas actividades reúnen al libro con el lector. En ocasiones, también acercan escritor y lector; pero tal posibilidad se acota a la luz de la cantidad de autores que van a poder ser conocidos en forma personal por el público. Son festividades anuales que honran al libro y a la Literatura. Con la formalidad de un rito, el aficionado se prepara para disfrutar de esos días de contacto con un universo de textos; algunos de los cuales – seleccionados - luego van a llenar de placer sus horas de descanso.

Desde hace varios años se celebran en la Patagonia. La más antigua de la zona parece ser la Feria Provincial del Libro del Chubut, que se realiza en Gaiman desde 1985; y cuya organización corre por cuenta de la Biblioteca Popular "Ricardo J. Berwyn". En el año 2005 se incorporó el desarrollo conjunto de la Feria Patagónica del Libro. La provincia del Chubut tiene varias muestras más, como la Feria del Libro y la Cultura, que se lleva a cabo en Sarmiento desde 2001, y las Ferias del Libro de Trelew, de Puerto Madryn, con carácter de Internacional, de Río Mayo, de Rada Tilly y de Alto Río Senguerr. Unas líneas aparte merece la Feria de la Ciudad del Libro que en el 2014 volvió a realizarse en Comodoro Rivadavia, luego de un impasse de varios años; ya que antes existía una Feria del Libro local iniciada en 1996 y suspendida por un tiempo.

Otras de las ferias pioneras de la región son la Feria del Libro de Caleta Olivia, desde 1990; y la Feria Provincial del Libro, que se hace en Río Gallegos desde 1995. Esta última, organizada por la Biblioteca "Juan Hilarión Lenzi", presenta la característica de dedicar un día especial para cada localidad santacruceña; oportunidad en la cual pueden exponer su creación literaria. Pero además de esta participación, otras poblaciones de la provincia tienen sus propias Ferias; como Pico Truncado, Las Heras, Puerto Deseado, Puerto Santa Cruz, Puerto San Julián, Perito Moreno, Los Antiguos y Gobernador Gregores. 

En Neuquén, las primeras fueron la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Villa La Angostura, del 2004; y la Feria Regional del Libro, en San Martín de los Andes, que comenzó en 2006. La Feria Internacional del Libro de la ciudad capital es más reciente, de 2013. También Zapala tiene su Feria.

La Feria Municipal del Libro, de Viedma, se inició en 2010; en tanto la Feria Patagónica del Libro de General Roca, es de 2012. Otra ferias rionegrinas son las de Chimpay y Cipolletti.

Tierra del Fuego tiene dos salones tradicionales: la Feria Provincial del Libro, de Río Grande; y la Feria del Libro de la Escuela 13, que organiza ese establecimiento educativo de Ushuaia.

Sin duda, algunas Ferias patagónicas escaparán a este recuento; por lo que se pide anticipadas disculpas. Cuando se conozcan se agregarán al listado. También cabe mencionar que existe otro formato de estas fiestas culturales: el Encuentro de Escritores; como los que se celebran en Esquel, Ingeniero Jacobacci -organizado por el Centro de Escritores "La Línea de los Sueños"-, General Conesa -que organiza el Club de Escritores “Tinta Libre”-; y Villalonga, en el muy patagónico partido de Patagones de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de la Biblioteca “Presbítero Entraigas” y del taller literario “Cómplice de Sueños”. En Bariloche se realiza desde el año 2013 la “Fiesta de la Palabra”, con un formato similar al de las Ferias; al igual que la “Feria Artes y Letras del VIRCH” en Dolavon, cuya primera edición se hizo en 2018.

De esta manera, la Patagonia ofrece una sucesión de ferias que se inicia en el nivel local, pasa por el provincial y finaliza en el regional; un acertado intento de difundir la Literatura de la zona en su ámbito natural. Pero para completar el circuito, las letras del sur deben alcanzar los estamentos nacional e internacional. Ambas categorías está presentes en uno de los salones más famosos del calendario mundial, la Feria Internacional de Libro de Buenos Aires. Pese a su nombre no es sólo universal, pues también ofrece su entorno a las provincias; una buena chance para la Literatura del interior de darse a conocer al país y también al concierto de los estados participantes.

De todas maneras, sea cual sea el ámbito espacial donde se desarrollen, no cabe duda que las Ferias del Libro son, junto con las Bibliotecas y las Librerías, las principales instituciones que actúan de catalizador para provocar la interacción creativa entre lector, libro y escritor; finalidad última de ese fascinante Arte que es la Literatura.






Nota: el autor pide disculpas por la involuntaria omisión de alguna Feria regional; como así también por errores en el año de inicio de la actividad. Agregados y correcciones serán bien recibidas.

miércoles, 4 de abril de 2018

EL POEMA DE HOY




LUNAS DEL SENTIDOR

Por Aníbal Albornoz Ávila (*)



Abro a la eternidad
un almuerzo con panes,
metáfora del sueño
amparos de mi sangre.

No sé si despertar
con la luna en los ojos,
o dormir sin los sueños
como un agua en reposo.

Abro soñado en luz
una casa con tardes,
nostalgiado de sombras
en un farol que arde.

Ese vino de ayer,
melodía de aroma,
es la huella de un verso
por el cielo que asoma.

Cielo en la inmensidad,
sentidor de los versos,
deudo de los arpegios
que niega el universo.

En mis sienes el sol
ya apagó sus ocasos,
aceites de esos fuegos,
en la luz del descanso.

Duermo a la oscuridad
en vislumbres de estrellas,
agua sepia en la noche
y el madrigal que espera.

Lunas del sentidor
que madeja los vientos,
el que en odres de sueños
guarda un verso imperfecto.



(*) Poeta santacruceño. Este poema fue publicado en la página web “Crónica Literaria” el 10 de octubre de 2017.