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jueves, 8 de febrero de 2018

EL POEMA DE HOY




Hoy…

vi en la tarde fresca
de esta primavera
mi otoño agazapado.
Presentí que los silencios serían largos.

Mas busqué en los recuerdos
imágenes de  ensueños.
Hoy supe de distancias y lejanías
de esperas y voces ausentes.

¡Me duelen las partidas!

Siento un desgarro, una herida
un vacío feroz
que lastima.
Se refugia el dolor en un intento  vano.


Cometas que transmutaron en universos eclipsados
cristales que heredaron la esencia del diamante.
Soles que antaño brillaban en la lozanía
y ahora empañan mis ojos, cada día.

¡Me duelen tanto las partidas!




Olga Starzak

viernes, 2 de febrero de 2018

EL POEMA DE HOY





             VOCES PERDIDAS

Por Gladis Naranjo (*)



   El verano se arrastra detrás de la ventana
y es mi patio una isla verde y enceguecida
donde quedan prendidos retazos de mi vida
en un áspero y tibio cansancio de retamas.

   ¡Cómo quisiera a veces ignorar la mañana!
Con los párpados quietos dejarme estar dormida…
y acunar en mi adentro esas voces perdidas
que afirman mis raíces y comparten mis ramas…

   Con las primeras luces mi verso se silencia
porque no encuentra espacio que abrigue la ternura
y muere… simplemente… sin ninguna estridencia.

   Cuando llega la noche, ya libre de ataduras, 
retorna, lentamente, sin querer, la cadencia,
en el límite exacto de placer… y amargura.






(*) Escritora neuquina, radicada en la provincia de Buenos Aires. Este poema tuvo una mención en el concurso de SADE Zona Norte, en el año 2017.

viernes, 26 de enero de 2018

EL POEMA DE HOY





MORIR ENTRE RECUERDOS

por Carlos Dante Ferrari




Si has de morir un día entre recuerdos

que no te maten ni el odio ni el espanto.

Que sean tus memorias como un canto

pleno de tiernas y dulces melodías.



Que no te duelan las deudas no pagadas,

las manos no tendidas, las caricias no dadas.

Que no te abrumen promesas incumplidas

ni citas olvidadas. Que no te acosen

las pérfidas distancias, los silencios absurdos,

los rencores sin pausa. Hoy has de construir

los cálidos momentos que añorarás mañana,

cuando llegue esa hora en que la muerte llama.

Que no hayas de evocar mohines de desprecio

ni la horrorosa imagen de mezquindades vanas:

esas miserias, lo mismo que el encono

son los peores verdugos para abatir el alma.



Si entre recuerdos mueres algún día

que el odio no te mate, ni el espanto.

Que sean las memorias como un canto

de acordes armoniosos para tu despedida.



lunes, 22 de enero de 2018

UNA TRISTE NOTICIA





CUANDO UN AMIGO SE VA…



Las estrofas de Cortez hoy cobran cuerpo en toda su dimensión emotiva. Es que Jorge Gabriel Robert –el querido “Rico”–, además de ocupar un espacio enorme en nuestro corazón, había llegado a formar parte de los interlocutores que tenían permanente uso de la palabra en este portal dedicado a las letras patagónicas.

Cada tanto engalanaba nuestro sitio con sus crónicas y relatos. Títulos como “Un galés-argentino, el Sargento Weston Harris”, “En el puesto de barro, el último arreo”, “Un gaucho patagónico en los tiempos el Ford T”, “Una bruja en la montaña”, “Taperas y su magia”, “El último guardahilos” –por citar algunos– recreaban estampas de un pasado emparentado con nuestras raíces más profundas. La pluma sencilla, fresca, evocativa, nos conectaba con bellas vivencias campesinas, con episodios rurales, con anécdotas cargadas de espiritualidad. Por si fuera poco, lejos de limitarse a esas colaboraciones espontáneas, su voz se hacía oír de manera constante a través de comentarios siempre oportunos, observaciones agudas, puntos de vista creativos, salidas inesperadas, humoradas que invitaban al intercambio y al retruque. Quizás como un reflejo del sobrenombre, sus intervenciones eran siempre enriquecedoras.

Es probable que ni él mismo tuviera conciencia de su capacidad poética, de la profundidad de su mirada sobre los simples hechos cotidianos. Los párrafos que reproducimos aquí son una muestra de esos dones, que ejercitaba sin ostentación ni grandilocuencia:

(...) La noche, plácida, serena, en el campo presagia algunos misterios;  en los hombres crea supersticiones como el chistido de una lechuza, que nadie ve entre los montes, o la cercanía de la luz mala que trae reminiscencias de viejas leyendas. El facón, inmutable en la cintura. El caronero es siempre el revólver. Observemos la luna que intenta filtrarse entre las nubes como ayudando a despejar cualquier duda temerosa en la oscuridad. 
La hacienda no ha sentido el estrés del camino, bien alimentada, satisfecha en su sed, comienza a moverse. Un sol rojizo, como desperezándose ante el rol que le toca ejercer, apaga los últimos vestigios de servidumbre que la luna ha prestado y proyecta tomar el mando del día. El último arreo patagónico con destino a Mancha Blanca, parte desde el puesto de barro.(...)

Jorge Gabriel Robert: criollo de ley, amigo, poeta, un alma sensible y elocuente. Amó a su Camarones, amó el campo, amó a su esposa, a sus hijos y a sus nietos. Amó la vida. Y sin ninguna treta, simplemente siendo como era, se fue ganando nuestro corazón para siempre. ¡Cuánto te vamos a extrañar, Rico, querido amigo!





sábado, 20 de enero de 2018

EL POEMA DE HOY



COSTAS DEL BEAGLE

Por Rita Drisaldi (*)




Junto al abismo de roca viva
el hielo es un violín con pena.
El viento, labrador eterno de poemas
dejó escrito señales que no entiendo.

El mar, de lapislázuli fundido,
en su fondo revuelve
los huesos de intrépidos marinos
que vencerle quisieron…

Galeones con vieja plata
duermen entre las medusas y las lapas.

La espada en una mano
y la cruz en la otra
el español bravío
por aquí se arriesgó,
en pesados navíos
del color de los troncos
y las velas muy blancas,
desteñidas de sol.
Por aquí se emboscaron
los corsarios ingleses,
en un día lejano
a esperar un galeón…
Tal vez desembarcaron
en las costas agrestes
a dividir los bienes
que el coraje ganó,
o a ocultar un tesoro
con sigilo infinito
en la caverna oscura
que el acaso otorgó.
Estos árboles vieron
zozobrar cien navíos.
Contemplaron el cuerpo
del muerto capitán,
escucharon gemidos
en las noches de invierno
cuando el viento y las olas
corrían sobre el mar.
Disfrutaron la calma
de las mañanas claras
después que se alejara
la ignota tempestad
Bajo sus copas viejas
murmuraron los onas,
ante el asombro inédito
que Europa les causó,
con sus hombres barbados
con el vino y sus naves,
con su acero labrado
y el rugir del cañón.





(*) Escritora santacruceña. El poema es de la Antología de Escritores “Primer Centenario de Río Gallegos” (Sociedad Argentina de Escritores. Filial Santa Cruz, Río Gallegos, 1985).