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domingo, 12 de noviembre de 2017

RESEÑA DE UNA NUEVA OBRA LITERARIA PATAGÓNICA




“ORACIONES DEL MINOTAURO – TEXTOS RESCATADOS", de ERNESTO JULIÁN ÁLVAREZ (*)




RETORNO

No soy ese hombre,
ese cuerpo que transcurre
portando la esencial cobardía de la bestia,
ese olvido encapsulado
en el vano esfuerzo por vivir.
A veces me asomo a contemplar
el rostro oculto de los árboles,
la luz sobre las hojas,
su ancestral presencia.
Indago en los signos que abandonó la historia
en los campos sagrados de la muerte,
del dolor sin nombre.
Busco con renovada esperanza
la piedra que empuñó la mano primigenia,
tiemblo ante la idea de eternidad
y me refugio a llorar
al borde de la dicha
en la cóncava, tibia guarida de la pena.
Y vuelvo
a no ser ese hombre.

      ¿Qué decir de una obra que inaugura el fuego lírico con un poema de esta talla? Así nos deslumbra desde el vamos la consistencia literaria de Ernesto Julián Alvarez. Una pluma que se deja inspirar por los más sutiles tonos de la sensibilidad espiritual, por esas resonancias de nuestro entorno cotidiano quizá inadvertidas para una gran mayoría aturdida por el bullicio, aunque siempre perceptibles para las almas vigiles.
     Y es que los sentidos del autor no dejan de estar atentos. Así lo refleja con sinceridad confesional en otro de sus poemas, “Deudor”:

Al ojo debo
lo que la luz reclama
del fruto que madura
en la mañana.
Debo al oído
música y silencio,
y desde el cielo
el rumor del agua.
Tengo deudas
con la memoria y la esperanza
y con este sueño de ser hombre
con todo el rigor de la palabra.

      Bien lo sabemos: si algo caracteriza a la poesía es su asombroso poder de síntesis, el milagro de condensar lo esencial en muy pocas palabras; las justas y apropiadas. Ernesto tiene plena conciencia de esa peculiaridad y la ejercita con toda maestría; por ejemplo, al enunciar el goce de los cuatro elementos fundamentales de la filosofía griega —Aire, Tierra, Agua y Fuego— en un micropoema titulado “Paisaje” que no tiene desperdicio:

La tierra guarda el tesoro,
la luz del fuego,
el agua en la grieta del oro.
Sobre la superficie,
escenarios al viento,
formas que se encienden
y se apagan.

      Las demás composiciones nunca abandonan la brevedad ni ahorran esa notable contundencia inicial. Nos tienta la idea de transcribir otro poema titulado “Para todos”, pero no sería oportuno: merece ser disfrutado en el marco de una motivadora lectura contextual. Es una joya más, brillante e imperdible (página 36).

      Por otra parte, es preciso aclarar que los poemas no agotan el contenido del volumen, sino que lo inauguran. Como surge del subtítulo, Álvarez también ha querido integrar esta primera edición con varios textos escritos en diversas etapas de su vida. De allí que el libro contenga, además, un repertorio de oraciones, pensamientos y relatos. Frases luminosas, como esta:

Bienaventurado quien descubre / que el tiempo se teje y se desteje en las palabras.

O esta otra:

El Creador /no puede evitar detenerse a mirar con esperanza lo creado; / allí nace el tiempo.

      La tercera sección, nominada “Camino de la piedra” contiene cinco narraciones: “La ciudad de los puentes”,  “Ellos conocen el camino”, “La venda sobre los ojos”,  “Un gran tacho de basura” y “El canto de los pájaros invisibles”. Relatos ambientados en escenarios diversos: entre una y otra orilla del Sena, en planicies y serranías remotas o en las costas regionales. Historias que transitan por el dolor de la tortura y el encierro, que expresan la injusticia, la incertidumbre, el miedo, el oprobio, pero que también dan espacio a la revelación, a la fe y al anhelo esperanzado en la posibilidad de una instancia redentora.

      Habría mucho más para decir. Sin embargo, los libros no se escriben para que alguien los relate; existen para ser disfrutados en persona por sus legítimos destinatarios. Nada reemplaza el acto íntimo e intransferible de la lectura. En esa comprensión, cerraremos esta reseña tomando a préstamo un párrafo alusivo de gran elocuencia. Pertenece al texto de contratapa, bajo el título “Milagro emocional”, donde nuestro querido poeta camaronense Gerardo Robert sintetizó el impacto conmovedor que despierta la lectura de la obra con esta aguda frase:

    “Podríamos preguntarle al autor: ¿Por qué tardaste tanto en mostrarnos esto? Pero leyéndolo, tal vez en su poesía, nos estará respondiendo”.

    Nada más exacto. Está en ustedes comprobarlo.


C.D.F.




(*) Ernesto Julián Álvarez es trelewense. Se graduó  en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Mar del Plata como Procurador y Terapista Ocupacional, respectivamente. Ha ejercido la docencia en contextos de encierro en instituciones de México y Argentina. “Oraciones del Minotauro – Textos rescatados” (Ed. Remitente Patagonia, Trelew – ISBN 978-987-3918-84-1) es su primera obra publicada. La ilustración de tapa pertenece al distinguido artista plástico Eduardo Martín.


miércoles, 8 de noviembre de 2017

LA NOTA DE HOY




FRAZER EN LA PATAGONIA


Por Jorge Eduardo Lenard Vives





Frazer nunca estuvo en la Patagonia. Tampoco usó demasiados testimonios sobre las tradiciones de los nativos de la región en “La Rama Dorada”, su obra maestra editada por primera vez en 1890. Allí menciona la zona al hablar de la renuencia a pronunciar el nombre de los fallecidos, que, dice, “parece prevalecer entre las tribus indias de América, desde la Bahía de Hudson hasta la Patagonia”. Dos veces más trata en ese trabajo de las costumbres de los habitantes primigenios del lugar, describiendo la reacción de un grupo de patagones ante la aparición de un brote de viruela y la resistencia de los araucanos a revelar su antropónimo.

Sin embargo, el legado cultural patagónico hubiera aportado un importante caudal de datos para apoyar la hipótesis del sabio. Así lo entendió el investigador y escritor neuquino Gregorio Álvarez, admirador de la obra de Frazer, al denominar “El tronco de oro” a su magnífico estudio sobre el folklore provincial. Si bien se refiere a un mito local, tiene en mente el libro del erudito inglés; y lo cita varias veces en su texto.

Por ejemplo, al traer a colación los “festivales ígneos” y la costumbre de la “Cruz de Mayo” en el norte del Neuquén, los vincula con las creencias paganas que menciona Frazer: “En el libro La Rama Dorada, de Frazer, vemos que esta tradición, con algunas variantes, se conserva en Escocia, Irlanda, Países Escandinavos, norte de Francia y otros países de Europa”. Vuelve a recurrir a Frazer cuando habla del animismo; y también al estudiar el “árbol de fuego” o “árbol ombligo”, que, siguiendo al británico, asocia a los ritos de fertilidad.

En su indagación sobre los cuentos de origen indígena en el acervo neuquino, incluye una interesante referencia. “En algunos casos”, dice Álvarez, “coinciden con los asuntos, mitos y supersticiones que Frazer apunta como materia costumbrista en su maravilloso libro La Rama Dorada”. El autor repite el concepto en su ensayo “Substratum y pervivencia del folklore del Neuquén”. Otro investigador del folklore sureño, Robert Lehmann Nitsche, observa algo similar. En “La pretendida existencia actual del Grypotherium”, trabajo de 1902, afirma “Los mitos de los hermanos Grimm, por ejemplo, están en boga entre los araucanos con más o menos variantes…yo mismo he anotado para la República Argentina el cuento de los hermanos Hansel y Gretel y Los músicos de la ciudad de Bremen…”. Frazer recuerda esta afinidad al comparar el temor de ciertos pueblos a divulgar los nombres propios con “el enano que baila alrededor de la hoguera, en el cuento de Grimm, cantando que mañana se casará con la hija del rey, porque nadie sabe que se llama Sin nombre; cuando lo oyen los niños y descubren su secreto, pega una patada de rabia y se hunde en los antros infernales.”

La hipótesis que Frazer presenta permite entender mejor la acción humana; no sólo en el pasado sino también en el presente. Plantea que al inicio de su encuentro con la naturaleza incierta, el ser humano probó el camino de la magia; intentando vínculos racionales aunque erróneos. Frazer llama a esta magia simpatética, con dos variantes: la homeopática y la contaminante. Por este nexo con el ocultismo, el escritor Carlos Dante Ferrari transcribe una frase de La Rama Dorada en la solapa de su novela El gallo canta a medianoche.

Al darse cuenta de que la magia fallaba, la humanidad pasó a un nuevo estado: la religión. No dependía de su voluntad modificar la realidad, sino de entes superiores a quienes debía recurrir. Cuando, con el tiempo, esta pretensión pareció poco eficaz, avanzó un escalón. Volvió a las relaciones lógicas, ahora con un método, la ciencia, que unía en forma correcta causas y efectos. De todas maneras, Frazer no descarta que surja una nueva visión superadora; una cuarta forma de interactuar con la naturaleza.

Esta explicación revela una profunda comprensión del ser humano como una criatura desvalida frente al implacable cosmos, que busca hacerse un lugar avanzando paso a paso, entre el miedo y la duda, por la senda del progreso. Un único ser humano que, en todos los espacios del planeta que le tocó en suerte morar, reacciona de la misma manera; porque es la misma especie en la integridad del orbe.

No se entiende, entonces, por qué surgió en los últimos años una crítica tan cerrada y uniforme contra el antropólogo europeo. Uno de los argumentos de esta crítica dice que su hipótesis no está probada. Pero las enseñanzas de Frazer interpretan en forma satisfactoria nuevas incógnitas que se presentan. Además, estas tesis teóricas son válidas mientras se disponga de datos que las apoyen. Y Frazer apoyó sus tesis con abundante material: la segunda edición de “La Rama Dorada”, entre 1907 y 1914, fue de doce tomos. Para reducirla a un solo volumen, más apto para el público, dejó de lado las citas bibliográficas; advirtiendo en su prólogo que el origen de los datos puede encontrarse en la versión completa.

Otro reproche es que Frazer elaboró sus teorías mediante el testimonio de terceros y no de los suyos propios. No obstante, son numerosos los estudiosos en ciencias sociales que recurren a material ajeno a fin de acceder a una mayor cantidad de casos. Por otro lado, Frazer también hizo “trabajo de campo”; por cuanto obtuvo una parte importante de su información en las Islas Británicas, donde vivía.

Una tercera objeción asegura que Frazer ve tres estadios distintos en sucesión cronológica; y sin embargo existen registros de la coexistencia de magia y religión. De hecho, pueden convivir los tres estados: en la actualidad lo hacen los pensamientos mágico, religioso y científico. Mas de lo que habla Frazer es de la evolución del raciocinio en etapas como categorías de análisis; donde la magia es la más primitiva.

Más allá de estas consideraciones, “La rama dorada” tiene un valor literario innegable. Es de un estilo atrayente y entretenido; y recurre muchas veces al humor y a la poesía. Al inicio de su obra, el autor describe la escena cuya elucidación lo llevó a realizar sus investigaciones, la del rey sacerdote de la diosa romana Diana en el bosque de Nemi, de una manera sumamente plástica:

“Alrededor de cierto árbol de este bosque sagrado rondaba una figura siniestra todo el día y probablemente hasta altas horas de la noche: en la mano blandía una espada desnuda y vigilaba cautelosamente en torno, cual si esperase a cada instante ser atacado por un enemigo. El vigilante era sacerdote y homicida a la vez; tarde o temprano habría de llegar quien le matara, para reemplazarle en el puesto sacerdotal… El ensueño azul de los ciclos italianos, el claroscuro de los bosques veraniegos y el rielar de las aguas al sol, concordarían mal con aquella figura torva, siniestra. Mejor aún nos imaginamos este cuadro como lo podría haber visto un caminante retrasado en una de esas lúgubres noches otoñales… Es una escena sombría con música melancólica: en el fondo la silueta del bosque negro recortada contra un cielo tormentoso, el viento silbando entre las ramas, el crujido de las hojas secas bajo el pie, el azote del agua fría en las orillas, y en primer término, yendo y viniendo, ya en el crepúsculo, ya en la oscuridad, destácase la figura oscura, con destellos acerados cuando la pálida luna, asomando entre las nubes, filtra su luz a través del espeso ramaje”.

Y el viaje iniciado en ese primer capítulo, culmina en el mismo sitio con una poética descripción:

“Nuestro largo viaje de descubrimiento ha terminado y nuestra barca arría al fin su cansado velamen en el puerto. Una vez más tomamos el camino a Nemi. Está cayendo la tarde y mientras subimos la larga cuesta… miramos atrás y vemos el ciclo encendido en la puesta del sol, iluminando a Roma con su resplandor dorado como la aureola de un santo agonizante… Pero volvamos la espalda y sigamos nuestro camino… hasta llegar a Nemi... El lugar ha cambiado poco desde que Diana recibía el homenaje de sus devotos en el bosque sagrado. Es verdad que el templo de la diosa de la selva ha desaparecido y que el rey del bosque ya no está de centinela ante la Rama Dorada. Pero los bosques de Nemi todavía son verdes y cuando el crepúsculo va decolorándose por el Oeste, llega a nosotros, llevado en las alas del viento, el sonido de las campanas de la iglesia de Aricia, llamando al Ángelus…”


Al leer un texto con tal calidad artística, se entiende por qué el ensayo ganó el derecho a formar parte de la Literatura.





lunes, 30 de octubre de 2017

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS



COMENTARIO DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO
“LA MAREA” DE PABLO LOMBARD (*)




“La Marea” es una playa de San Antonio Oeste. Y “La Marea” es también el título del volumen de cuentos publicado recientemente por Pablo Lombard; cuyos relatos transcurren en esa localidad patagónica a orillas del mar. A partir de tres sucesos cotidianos – la pinchadura de la rueda de un auto, un velorio, una travesura infantil -, el autor desarrolla sendas tramas que apuntan al desamor, a la muerte, al miedo y la desesperación, como categorías universales.

En el primer relato, “Giros (La máquina de pensar en Gladys”), la acción está signada por las vueltas que desarrolla la indiscreta cubierta de un vehículo, que pone en evidencia ante todo el pueblo la ruptura sentimental del protagonista. En ese microcosmos no se necesita de redes sociales para difundir la noticia; basta ser visto al recorrer las calles de la ciudad o pasar por la plaza. A la desazón del novio abandonado, se agrega el agobio del calor de una tarde de verano; omnipresente a lo largo de la narración cuyo final llega como el alivio de un chapuzón en el mar.

“México 86”, el segundo cuento, divide su texto en partes encabezadas por colores (Celeste, Negro y Gris), que dominan la escena que se describe. Es una obra que detalla muy bien las sensaciones que puede sentir un niño enfrentado por primera vez con la muerte. Está formado por trozos de recuerdos, sobre todos visuales, narrados en una forma precisa; que permite ver con los ojos del protagonista las escenas que se suceden. El desenlace de la trama también llega, como en la anterior pieza, en tono de anticlímax.

Por su parte, la tercera historia, “Mudanza (La Marea)”, reseña los preparativos para una mudanza familiar, con todos los sentimientos que implica dejar un lugar donde se ha vivido. Pese a esa carga emocional es, en cierto modo, una actividad común, sin mayores complicaciones; que de repente se transforma en una tragedia. En este texto sobresale el empleo del diálogo, casi ausente en los anteriores cuentos, que revela una adecuada técnica; ya que se presentan naturales y espontáneos. Tiene un final semi abierto, aunque lo suficientemente cerrado para satisfacer al lector.

Los versos de Armando Tejeda Gómez que encabezan el volumen, tomados de su “Canción de las simples cosas”, da tal vez la clave para entender el numen creativo de Lombard: “Uno vuelve siempre / a los viejos sitios en que amó la vida, / Y entonces comprende /Como están de ausentes las cosas queridas”. Hay mucho de nostalgia en las palabras del autor; como un recuerdo permanente de otros días entrevistos a través de la tenue neblina del tiempo, que le otorgan una imagen plástica. Se refiere a un tiempo inicial (e iniciático) en el cual se descubre la muerte, el desamor y el miedo; pero también quizás, como contrapartida, el amor, el valor de la vida y el coraje.

La prolija edición, con una fotografía de Mariana Lombard ilustrando la tapa y una breve biografía del autor en la contratapa, autoriza la reproducción citando la fuente (buen recurso para lograr que los textos de un escritor, cuyos derechos intelectuales ya están de manera conveniente defendidos, puedan ser difundidos de modo libre; lo que resulta de especial importancia en la Patagonia). Abusando de dicha anuencia, se transcribe un párrafo completo de sus textos; breve muestra del estilo del autor:

“Apartado, en una habitación dentro de la sala, estaba el cajón custodiado por una enorme cruz colgada en el fondo y un montón de flores a los lados. Me quedé helado. No entré, miré desde afuera lo que sucedía sin entender demasiado. Había una sola persona acompañando la escena, apoyada en el borde del cajón lloraba mientras sostenía su mirada en el interior. Lo miraba a él, no había dudas. Él estaba ahí, pero a la vez no estaba. Era algo confuso y muy triste.”

Esperemos tener pronto más noticias de este escritor rionegrino, nacido en Luis Beltrán en 1982. Por lo pronto, quienes accedan a este libro van a poder disfrutar de una lectura amena; que ojalá sea sólo el preámbulo de nuevas obras de su autoría, las que serán, sin dudas, bienvenidas.


J.E.L.V.



(*) “La Marea”. Lombard, Pablo. La Cebolla de Vidrio Ediciones, Neuquén, 2017. Mail del autor: pablolombard@gmail.com. Blog del autor: www.nqnkuru.blogspot.com.


sábado, 28 de octubre de 2017

EL POEMA DE HOY




VUELVO A NEUQUÉN


Por Gladis Naranjo (*)




    Muy desde lejos llega de mi infancia
un olor a pan fresco y cascarillas,
el beso de la abuela en las mejillas,
un  largo atardecer…y la distancia.

    La  desmesura de tu resonancia
y el agua pura de tus maravillas,
el silencio del bosque en las semillas
rojizas del pehuén… y su fragancia.

    Desandando el camino de mi vida
quiero volver a un tiempo de inocencia
que reciba mi faz encanecida,

    triste protagonista de mi ausencia,
y cobije mi muerte…trascendida
al viento y la montaña de tu esencia.





(*) Escritora neuquina, radicada en la provincia de Buenos Aires. Este soneto fue premiado en el concurso literario de la SADE Dolores en julio del corriente año.

miércoles, 18 de octubre de 2017

LA NOTA DE HOY





CUANDO LA LECTURA ESCOLAR ERA UN ASUNTO SERIO


Por Carlos Dante Ferrari



     Un feliz hallazgo en la biblioteca de mi esposa me conecta con un pasado no tan remoto, aunque sí envidiable. Se trata de un libro de lectura destinado a alumnos de 5º y 6º grados de la escuela primaria.

     “¿Alguno de ustedes ha leído algún texto de Nicolás Avellaneda? ¿O del General San Martín? ¿O de La Rochefoucauld? ¿Algo de la pluma de Domingo F. Sarmiento? ¿De Amado Nervo? ¿De José Mármol? ¿Y de Daudet, Michelet o de Bossuet? ¿De Edmundo De Amicis? ¿O de Gómez Carrillo? ¿Algo de Tolstoi? ¿Algún fragmento de El Quijote? ¿Algún poema de Enrique Rodó, Rubén Darío, de Almafuerte o de Olegario Víctor Andrade?”

     “¿Alguien sabe decirme quién fue Benjamín Franklin? ¿Y Mariano Moreno? ¿Juan B. Alberdi? ¿Beethoven? ¿Pericles? ¿Napoleón? ¿Marco Aurelio?”

     A fines de la década del ´30, la mayoría de los chicos argentinos de entre 11 y 13 años habría podido responder a estas preguntas en forma afirmativa.

     Se trata del libro titulado “Cien lecturas” (Editorial PLI, Buenos Aires, 1935), preparado por I. Mario Flores —Director de Escuela Primaria de la Capital Federal—  y José Mazzanti —Inspector Técnico de Escuelas Primarias de la Capital Federal—. El libro era distribuido en forma gratuita por la División Suministros del Consejo Nacional de Educación y estaba destinado a iniciar a los escolares de nuestro país en el saludable hábito de la lectura.

     En sus 250 páginas podemos encontrar una cuidada selección de temas y de textos variados, que abordan breves biografías de personajes famosos, relatos y poemas de autores consagrados, fábulas, lecciones morales y reseñas destinadas a explicar nociones de cultura general (las aves, los romanos, la moneda, las montañas, la libertad de imprenta, las bellas artes, la abeja,  los árboles,  la maternidad, el ferrocarril, las libertades civiles ante la Constitución; entre muchas otras materias).



    El prólogo expresa un desiderátum del que hoy mismo podríamos hacer una bandera en alto. He aquí algunos párrafos. “Nuestro criterio es que  la lectura, en los grados superiores, además de la función particular que le atañe, debe ser  un auxiliar constante de las materias que son objeto de la enseñanza diaria (…) Dicha lectura (…) agregará nuevas ideas a las que el niño acaba de recibir; pero ideas encaradas bajo otros aspectos, ya sea por lo pintoresco, ya sea por la generalización que encierra. Es evidente que la enseñanza logrará así su máximo provecho (…)  Se notará que algunas lecturas son más bien sugestivas, en función de narraciones truncadas, a fin de que el niño se interese por conocer mayores detalles sobre un hombre o sobre un hecho, y nazca en él el afán de instruirse, es decir, de leer”.

     Al hojear las páginas de la obra hallamos gratas sorpresas. Van a continuación algunos ejemplos.

     Bajo el título “Honradez cívica”, podemos encontrar la carta que José de San Martín le dirigió al Ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina el 30/10/1839, en  la que declinaba el ofrecimiento de ser nombrado como ministro plenipotenciario ante el gobierno de la República del Perú. Las razones expuestas por nuestro héroe nacional harían sonrojar hoy al más honesto de nuestros políticos.

     En “Las virtudes de mi madre”, Domingo Faustino Sarmiento desgrana tiernos recuerdos de su infancia sanjuanina y resalta las calidades maternas, texto que cierra con estas líneas: “Careciendo de pan para su boca; huérfana de escolar cultura, pudo humillar a la sabiduría. Lo que soy es por ella; y soy la menor de sus obras.”

       En “Afianzar la justicia” (págs. 178/9) se leen conceptos como estos: “(…) para afianzar la justicia en los pueblos no basta que existan leyes sabias y magistrados prudentes; es necesario, sobre todo, que los ciudadanos tengan la costumbre de acatar aquellas, más que por el temor a sus sanciones, por el convencimiento de su virtud y por el respeto que inspira la prudencia de quienes las dictan y la rectitud de quienes las aplican (…) La obediencia a las leyes se obtiene por la educación, que aconseja el respeto a los bienes y a los derechos ajenos. Por eso, solamente en los pueblos cultos puede ser la justicia una conquista social efectiva (…) La historia nos enseña que en las naciones poco civilizadas, donde no existe el respeto a las leyes, reina el desorden y el malestar, porque nadie se siente seguro ni en su vida ni en sus bienes.”



       Los poemas, los relatos, las lecciones morales son imperdibles. Cualquier adulto de hoy los leería con toda fruición. Y cuando un alumno se topaba con alguna palabra desconocida, el maestro le proponía que la buscara en el diccionario; un método infalible para aprender su significado y memorizarlo para siempre.

      Al fin llegamos a la lectura número 100, que cierra la obra. Lleva por título “Se necesita un muchacho” y dice así:

     “Se necesita un muchacho valiente y bondadoso; que no tenga miedo de decir la verdad, que no mienta por nada ni por nadie; que quiera y respete a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos; que sea capaz de decir no y mantenerlo y decir y cumplirlo; que esté resuelto a no fumar jamás y a no tener vicio alguno; que prefiera estar en su casa ocupado en tareas útiles a andar vagando por las calles; que pueda llevar la frente alta, por ser incapaz de cometer actos indignos; que concurra asiduamente a la escuela; que se sienta orgulloso de ser argentino y que, por serlo, cumpla honradamente con todos sus deberes en la vida; que sepa labrar su independencia económica por el trabajo honrado, para poder gozar de la libertad política y moral, ya que los hombre pobres y necesitados tienen que depender de los demás y verse sometidos a la voluntad ajena; que sepa respetar las leyes y que sea justo.

     La Patria necesita siempre a ese muchacho y lo necesita con urgencia”.

     Les dejamos a ustedes meditar las reflexiones que puedan haber despertado estos textos escolares de antaño y las comparaciones con nuestra realidad actual.

     Nosotros ya lo hemos hecho; con no poca tristeza.