domingo, 29 de julio de 2012
EL REPORTAJE DE HOY
miércoles, 23 de mayo de 2012
EL REPORTAJE DE HOY
reportaje Antonio Dal Masetto escritor literatura argentina Salto Bariloche Puerto Madryn Patagonia
jueves, 17 de mayo de 2012
EL REPORTAJE DE HOY
martes, 10 de abril de 2012
EL REPORTAJE DE HOY
EL CÍRCULO DE ESCRITORES DEL COMAHUE
martes, 27 de octubre de 2009
EL REPORTAJE DE HOY
REPORTAJE A CARLOS ROBERTS
Cremona ha sido y es hoy la sede de los fabricantes de violines más famosos: las familias Amati y Guarneri, Antonio Stradivarius, las familias Ruggeri y Bergonzi. Por más de 150 años, los violines hechos por Stradivarius y Guarneri fueron considerados los instrumentos de concierto más codiciados. Entre tanto abolengo peninsular, no puede menos que despertarnos mucha curiosidad encontrar allí a un próspero y calificado luthier con apellido británico. Mucho más aún si se trata de un descendiente de galeses, y por si fuera poco… ¡proveniente de la Patagonia Argentina! Biznieto de uno de los inmigrantes de la colonia galesa del Chubut, Carlos Roberts vive hoy con su esposa argentina -Mónica Azuaga, cantante lírica- y sus tres hijos en Cremona, donde tiene su taller de luthiería. Los instrumentos que fabrica son apreciados en todo el mundo, y ha vendido violines y violas que hoy integran grandes orquestas internacionales. Con los años ha adquirido un inconfundible acento itálico al hablar en castellano, pero sigue siendo un argentino nostálgico que vuelve con frecuencia al valle del Chubut, donde disfruta por breves temporadas de una pequeña y acogedora finca de su propiedad en la zona de Bryn Crwn.
Carlos: me gustaría que nos cuentes detalles acerca de tu ascendencia galesa.
Mi bisabuelo era Edwyn Clark Roberts. Nació en Gales en 1842, llegó a Argentina en 1875 y falleció en la Colonia el 26/02/1913. Mi bisabuela se llamaba Miriam Schalk; vino acompañando a su hermana (mujer de Edwyn Clark, con quien tenían ya 3 hijos). Ella pensaba retornar a Gales, pero su hermana falleció y más tarde, en 1886, Miriam se casó con su cuñado E. C. Roberts, en casa de tía Martha, en 1886. De esa unión nació mi abuelo Thomas, que contrajo enlace con Prudence Price. Mi abuela Prudence nació en 1889. Era hija de Edward Price ( 1849-1910) de Dyserth (Flint), que había llegado a Chubut en el Mimosa. Edward contrajo matrimonio con Ruth Williams, nacida en Brasil, de padres galeses. Ruth llegó al valle en 1867. Tuvieron 8 hijos.
Todo tu pasado familiar hunde sus raíces en la Patagonia. Cuando rememorás tu infancia en Chubut, ¿cuáles son los recuerdos que suelen aflorar?
Mi infancia en Chubut está llena de viajes, ausencias y despedidas. Por motivos familiares, mi padre de muy pequeño debió arreglárselas solo. Trabajó siempre en tareas relacionadas con el campo, criando animales de joven, luego alambrando, instalando molinos, etc. Nuestra familia, por ende era un poco nómade, y mis hermanos nacieron en Talagapa, en Bajada del Diablo, en Trelew, en las chacras… De tal modo, mis recuerdos son variados y debido a los cambios de lugar, los puedo separar cronológicamente y cada uno con su particularidad. Paisajes, amigos, escuela, frío y viento en invierno y un calor melancólico en verano.
¿Cómo descubriste tu habilidad para las tareas manuales?
Mi habilidad para las tareas manuales las descubrí al momento de darme cuenta que si quería juguetes, ¡tenía que hacérmelos! De allí salieron los camioncitos, pelotas de futbol, de todas dimensiones y materiales… En una oportunidad, cuando tenía cerca de 10 años , un señor ─peón de campo─ me enseñó cómo se hacía una flauta con la rama de un sauce llorón. Fue bastante premonitorio.
¿Y recuerdos de tu paso por Buenos Aires?
A los 18, fui a Buenos Aires para terminar la Escuela Industrial... ¡y con la intención de volver! ¡Todos los períodos de vacaciones, sistemáticamente volver a Trelew! Al Sur… En Buenos Aires frecuentaba un coro: el Polifónico de Palomar. Allí conocí a un joven que reparaba instrumentos. Su taller fue mi primer contacto con la luthiería.
¿En qué momento decidiste que serías luthier?
Decidí ser luthier la primera vez que tuve un violín en mis manos. ¡Habían pasado más de 20 años, pero finalmente nos habíamos encontrado! En mi peregrinar por bibliotecas y talleres, para obtener información sobre la construcción de violines, di con la persona a la cual debo tanto. Alejandro Bertoncello. Él fue mi primer maestro. Lamentablemente falleció aún joven, hace unos diez años.
¿En esa etapa surgió tu decisión de visitar Europa?
Sí; con el horizonte siempre más lejos y ya con un violín bajo el brazo, decidí conocer la cuna de la luthiería: Cremona, Italia.
¿Y qué impresión te causó el Viejo Mundo?
Conocer Europa y especialmente Cremona, fue una experiencia muy buena. Pero estaba muy feliz de retornar en Argentina y no pensaba ya volver al Viejo Continente... Solo que, habiendo vendido los instrumentos que llevaba en mi viaje, ¡comenzaron a llegarme encargos! He aquí que pensé: ¿por qué no hacerlos directamente allí? Con la que ya era mi mujer, Mónica Azuaga, entonces integrante del Coro Polifónico Nacional, decidimos instalarnos en Cremona... por un tiempo (eso pensábamos en aquel momento). Comenzamos por inscribirnos, yo en la Civica Scuola di Liuteria, di Milano y mi mujer en la Civica di Musica, siempre en Milán.
¿Qué capacitación lograste en esa época?
Luego de terminar la Scuola di Liuteria, para completar la formación profesional hice un curso de 2 años en construcción de arcos para instrumentos a cuerdas de frotar: (violines, violas, etc.). Luego otro año de práctica con un archetier... y así fue pasando el tiempo y en cierto momento me encontré con que tenía ya taller propio, dos hijos, 5 años en Cremona y tantos instrumentos hechos: violines, violas, violoncellos, violas da gamba... En un tiempo en que, además, no era difícil vender, pues de Japón, Taiwan, Corea, América y Europa venían compradores privados, músicos y comerciantes, de modo tal que, en tanto que mejoraba en la profesión, podía vivir dignamente ya de lo que construía. Hoy por hoy esos buenos tiempos son un recuerdo, pues la inestabilidad de la economía asiática, la desvalorización de su moneda, la apertura del Este, la llegada del Euro, las Torres Gemelas, la China y la gran cantidad de luthiers, hace que sea mucho mas difícil la venta. Y por lo tanto, también es mucho más difícil para un joven empezar en esta profesión.
¿Dónde aprendiste los mejores secretos de la luthiería?
Respecto a los secretos, ¡todavía los estoy buscando! Varios ya los tengo incorporados, trabajo ─tanto trabajo─, estudio, perseverancia ─muchísima─, y método. Con ellos he conseguido un buen resultado en mis instrumentos, el respeto de mis colegas y consideración por parte de los músicos. Pero pienso que desvelar el secreto ─si es que existe “el” secreto─, sería como vaciar de contenido, en gran parte, el arte de hacer violines. Por eso creo que es mejor que cada día, cuando empezamos con un nuevo instrumento, tengamos la ilusión del descubrimiento, ¡y de que esta vez sí que será fabuloso! Tengo una carpeta, a la cual ya no puedo añadirle más hojas, con escritos, pruebas, medidas acústicas, espesores, recomendaciones para alguno de mis hijos que quiera seguir con la profesión, pero ellos se dedican a la música como ejecutantes. Mi casa está llena de instrumentos: 3 guitarras, 2 pianos, 2 organetos diatónicos, bombo, timbales etc.
¿Llevás un registro de los violines vendidos? ¿Dónde han ido a parar?
He construido más de 250 instrumentos; seguramente, en las orquestas asiáticas se pueden encontrar; también en las europeas y cosi via. ¡Un instrumento puede dar varias veces la vuelta al mundo!
¿Cuál es el instrumento que considerás tu obra maestra?
No puedo decir cuál es el mejor, o la obra maestra. Hay algunos que me han gustado particularmente, y debo decir que cada uno ve un violín con su propio feeling, sus propias emociones. ¡Esto es muy bueno, felizmente!
¿Se añora la Argentina, Carlos?
Se extraña la Argentina. ¡Cómo no se va extrañar! ¡Es la otra vida! ¡La vida anterior! Llena de recuerdos, de sensaciones... La juventud, Los amigos, los asados, la familia, los lugares… ¡A veces hasta da miedo volver!
C.D.F.
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miércoles, 10 de junio de 2009
EL REPORTAJE DE HOY
En efecto, es un ensayo sobre la sociedad actual, por intermedio de una megavisión de la problemática que ha generado el humano y trato que cada uno reflexione, reaccione y aporte su grano de arena, para lograr un mundo mejor.
De los temas que toca en “S.O.S. Humanos” –el ser humano, la vida, el mundo y la actualidad, el terrorismo, la paz, el amor–, ¿hay alguno que le provoca en particular mayor inquietud o interés, por sus connotaciones especialmente negativas o positivas?
Como negativo, el ser humano, porque en nosotros está el problema y en nosotros está la solución. Como positivo, el amor y la paz. El amor es una gran carencia que tiene la humanidad; y la paz, recurro a M. Ghandi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
¿Nos cuenta algunas de sus experiencias como escritor regional que publica su primer libro?
Hay varias, pero haciendo un resumen de las mismas, diría, que el escritor regional falto de experiencia se encuentra huérfano de apoyo, ignorado, lleno de barreras impuestas por las propias editoriales, librerías y centros culturales. Es inaudito el silencio que se produce aún ante buenas críticas.
Entendemos, por conocerlos de cerca, su denuncia contra esos obstáculos que se presentan al escritor que recién se inicia. ¿Está escribiendo una nueva obra?
Poseo el borrador de una, pero quiero ver como encauzarla, los costos aumentaron y dependemos mucho de Buenos Aires. Desearía editarla en Bahía Blanca.
Si bien usted se está ganando un lugar propio en la literatura, no le debe escapar que a los lectores de Literasur, interesados en los temas patagónicos, les gustaría conocer un poco más acerca de su pariente, el célebre autor de “Lago Argentino”. ¿Que visión tiene de la obra de Juan Goyanarte?
Es la descripción cruda y detallista de la lucha descarnada – entre lo bueno y lo malo – del ser humano, de éste con las fuerzas climáticas y todo esto enmarcado o rodeado de una belleza natural exuberante. Es la lucha de la vida y todas las alternativas que ella presenta. Ezequiel Martínez Estrada ha dicho de esta obra: “La novela transcurre como avanza una caravana dentro de una tormenta”.
Ciertamente, se trata de una novela profunda y muy rica en sentimientos y emociones. ¿Conoce alguna anécdota, algún detalle de la vida de Juan Goyanarte, que reflejen su personalidad y que nos permita conocerlo mejor?
Fue una persona que amaba enormemente el ambiente literario y por eso justamente, recuerdo que todos los veranos, cuando él regresaba de Buenos Aires –al campo– tenía como invitados a escritores de renombre. Yo era muy chico, pero recuerdo haber asistido con mis padres a cenas organizadas en el propio campo de él, compartiendo conversaciones muy instructivas.
Con esta remembranza final hacia el reconocido escritor que supo pintar en forma acertada el ambiente abrumador de la Patagonia a principios del siglo pasado, nos despedimos de Fernando agradeciéndole la gentileza de habernos recibido. Sin dudas esperamos que, venciendo esas barreras que él mencionó, presentes tan a menudo en el interior del país, podamos ver dentro de poco una nueva obra suya en las librerías.
Jorge E. Vives
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Goyanarte
S.O.S.
humanos
jueves, 7 de mayo de 2009
EL REPORTAJE DE HOY
MAURIZIO FURGADA: UN ESCRITOR VIAJERO "A LO CHATWIN"
Podría decirse sin riesgo de error que Maurizio Furgada (Soresina, Cremona, 1960) pertenece a ese género de viajeros testimoniales inaugurado tempranamente por Marco Polo y que mucho más tarde tuvieron tanta popularidad, sobre todo en los siglos XVIII y XIX, cuando desde distintos puntos de Europa muchos de ellos salieron a recorrer el mundo con una libreta de notas como principal guarnición, animados por la fuerza y el coraje que les insuflaba su espíritu aventurero. Cierto es que por entonces mucho era lo que había por descubrir en diversos rincones de la Tierra. Hoy, en el siglo XXI, cuando los medios de transporte y los recursos de la tecnología no han dejado prácticamente ningún territorio sin explorar, quizás el único paisaje que todavía puede revelarle nuevos secretos al escritor viajero sea la interioridad del alma humana. Cada región, cada enclave, albergan personas y comunidades con diferentes costumbres, modos de pensar y de conectarse con sus respectivos entornos. Ese fue el principal legado de los viajeros contemporáneos que, como Bruce Chatwin, un día decidieron reemprender la aventura de explorar sitios lejanos y reflejar la idiosincrasia de sus pueblos. Precisamente el viaje de Chatwin por la Patagonia motivó a Maurizio a repetir su itinerario, buscando cotejar qué coincidencias muestra la realidad actual con aquel viaje recorrido del viajero inglés por tierras australes hacia la decáda del 70, es decir, hace poco más de de una treintena de años.
Previo a su viaje de retorno a Italia, nos reunimos con Maurizio en el Touring Club una tarde de abril para mantener esta charla.
- Mauricio, cómo tomaste contacto con la obra de Chatwin?
- Bueno, muy simple. Durante el conflicto de Bosnia fui para ayudar la gente que era víctima de la guerra y me di cuenta que allí había mucho por hacer. La gente no tenía zapatos ni prendas y los refugiados estaban famélicos. Empecé a juntarme con amigos de mi ciudad. Yo vivo en Cremona, la ciudad de Stradivari, de la música, y hoy puedo dar cuenta de la solidaridad humanitaria. Un joven de Cremona había perdido la vida mientras traía ayudas en el norte de Bosnia y nosotros habíamos contactado con algunas poblaciones de aquella area. Dejé de trabajar en mi oficina para seguir contribuyendo con esta causa y después de unos años mi proyecto fue galardonado con un premio anual de la Paz, en Milán. Habíamos logrado unir a dos pueblos cuyos habitantes habían combatido a muerte entre sí, uno serbio y el otro musulmán. En Bosnia después del conflicto había salido una nota en un periódico que decía que la mía era la primera escuela interétnica. Bueno, un amigo del grupo "Bosnia" me regaló un libro para felicitarme por lo que había logrado conseguir, Algo considerado imposible por los políticos de las dos provincias bosniacas interesadas en el proyecto. El libro que recibí de regalo era: "En la Patagonia" de Bruce Chatwin. El amigo era un hombre que amaba viajar cómodamente sin moverse de su cuarto. Como el personaje de una novela del 1884 de J. K. Huysmans, un cierto Des Esseintes, amaba los viajes pero odiaba desplazarse físicamente de un lugar a otro: era el viajero de butaca. Para mí era, más simplemente, el hombre que me regalaba libros de viaje.
- ¿Cuál fue tu primera impresión cuando leíste el libro?
- El libro de Chatwin permaneció durante años en un estante de mi piso hasta cubrirse de polvo en la tapa. Normalmente yo era el protagonista de mis viajes y no quería dejar a otros el privilegio de indicarme la vía. Incluso el libro de Chatwin empezaba con una historia rara de un pedazo de piel de un animal prehistórico y se demoraba demasiado en los cuartos de su casa de infancia. No me gusta cuando los escritores se detienen tanto en el relato de sus cuartos...
- ¿Y cómo se te ocurrió la idea de escribir algo vinculado a ese viaje? ¿Con qué propósito?
- Los viajes siempre han sido una parte preponderante de mi vida. Por viajar he dejado cualquier otra carrera posible, siendo la más probable la de derecho, considerando que me recibí en la Universidad de Milán en "Giurisprudenza". Cuando después de diez años terminó el proyecto Bosnia, mi deseo era volver a viajar y escribir alrededor del mundo. Habia viajado a Nueva Zelanda, Australia, Vietnam, Birmania, India, Canadá, Polinesia, China... y al regreso de un viaje extraordinario, lento, a bordo de los tradicionales barcos del río Amazonas, el mismo amigo me comentó: "Bueno, después de un viaje así solo hay otro lugar que puede ser tan extraordinario". Y se referia al hecho que en San Pablo de Loreto yo habia encontrado los personajes que conocieron a Ernesto Guevara de la Serna, luego pasado a la historia como el famoso "Che" Guevara... "¿A qué otro lugar te refieres?", le pregunté al amigo que me regalaba libros de viaje. "Por supuesto a la Patagonia! Y no te olvides que espero leas algo sobre la ruta Chatwin", me contestó.
- ¿En qué momento tomaste la decisión de viajar a la Patagonia?
- El "corralito" indica un momento importante en la historia del viaje a la Patagonia. Antes de aquel momento muy pocos consideraban la Patagonia como meta de su viaje. Además, con el estilo de vida que tenía yo en aquellos tiempos, la Patagonia estaba económicamente fuera de mis posibilidades. Viajaba a Australia, adonde podía trabajar y ganar dinero para continuar mi viaje y, como alternativa, a países poco costosos como Ecuador, Bolivia... o, en el otro continente, a India y todo el sureste asiático. El "corralito" es paradójicamente el hecho que me permite viajar en la Patagonia. ¿Por qué digo paradójicamente? Está claro. Después del "corralito", con la devaluación de la moneda, la Patagonia ha sido inundada de turistas, incluso aquellos que en mucho sentidos hoy han perdido su vocación por los viajes.
- Cuando llegaste aquí por primera vez, ¿coincidió lo que viste -la gente, los paisajes- con la descripción de Chatwin? ¿Sentiste alguna decepción?
- La primera decepción que sentí en realidad fue cuando en Retiro ví a todos los colectivos directos a la Patagonia llenos hasta el imposible, sin que pudiera encontrar un sitio para mí hasta muy tarde en la noche. Entonces comprendí que poder viajar por la Patagonia en un estilo que podía agradarme (es decir, fuera de los circuitos turísticos) iba a ser complicado. Sin embargo, cuando por primera vez entré en contacto con un lugar por donde Chatwin había pasado e incluso se había asentado durante una semana, en la estancia Viamonte, en Tierra del Fuego "...demasiado entumecido para moverme", según comenta el inglés en el libro, el espíritu de viaje volvió a latir dentro de mí y allí comprendí que no había mejor manera de viajar que seguir los pasos de Chatwin.
- ¿Lograste identificar a algunos personajes referidos en el libro? Cuéntanos algunas experiencias al respecto.
-Muchos. En realidad, a todos los que siguen con vida. Hay que considerar que pasaron 34 años después del memorable viaje del inglés. Respecto al trabajo de identificación de los personajes -porque Chatwin casi siempre los oculta cambiándoles el apellido- me ayudó mucho el libro de Adrián Giménez Hutton, un escritor argentino que hizo la ruta hace 10 años, aunque yo encontré algunas anécdotas nuevas. Por ejemplo, el hecho de que Chatwin pasa el último dia del 1974 en Corcovado, adonde se encuentra con la familia de Milton Evans. Clery, la hija de Milton, tenía recuerdos muy oscuros cuando la entrevistó Giménez Hutton, como las falsas referencias a que estaba embarazada o que encontraron al inglés en el camino, todos hechos que yo pude aclarar durante mi visita a Trevelin. Pero la parte que yo considero como mía y solamente mía es la ruta desde Lago Posadas hasta Paso Roballo. Giménez Hutton se había equivocado de camino, lo que es evidente por el hecho de que él se movilizaba en una camioneta y la única manera de encontrar la ruta, en realidad, era caminando. El camino desaparecía de las cartas y siguiendo el libro había que caminar y encontrar unas sendas de caballo... y caminar, caminar días enteros con la mochila en los hombros; pero esta parte es un secreto que me regaló Chatwin y que voy a revelar solo en mi libro. En los momentos dificiles como estos sentía que Chatwin estaba a mi lado... así que puedo decir que viajé con Chatwin en la Patagonia.
- ¿Qué otras diferencias hay entre el viaje de Giménez Hutton y el tuyo?
- El mío no es un documental sobre la ruta Chatwin, sino que es un viaje nuevo hecho siguiendo la misma ruta. Un viaje nuevo con sus propios personajes, Yo voy a encontrar a cada personaje y de allí se abre un capítulo con nuevas historias de la Patagonia de hoy, que se mezclan con las del pasado. En ese sentido Chatwin es como un guía para mi viaje. Por supuesto estamos hablando de un guía especial. No aceptaría viajar con un guía moderno que me dijera adónde y lo que tengo que hacer. El viaje para mí es una cosa seria. Sería una contradicción con mi idea de que el viaje es libertad.
- En tus contactos con la gente local, ¿qué opiniones recogiste acerca de Chatwin? ¿Qué es lo que se le elogia y qué se le critica?
- Normalmente los intelectuales son los que difundieron la idea de que el libro de Chatwin era basura. Mateo Martinic dice que no querría esa obra en su biblioteca porque podría ensuciar los otros libros... Osvaldo Bayer me indica unos errores no muy importantes por la historia de Antonio Soto en su conjunto. Los historiadores desde sus butacas se ocupan mucho en individualizar errores históricos en el libro del inglés, pero esos errores son casi siempre insignificantes. Comprendo más una señora de Puerto Natales a la que Chatwin describe como "despreocupada y pechona...", que tenía amantes... La misma señora se quejó mucho y quería que yo le diera la dirección del inglés para decirle algo... En realidad muchos de sus personajes se quejaron de la manera como Chatwin describe sus vidas y otros señalan una falta de respecto y de educación. Susana de Fortuny le da del mote de "cretino" por no haber agradecido la familia que lo hospedó. En Magallanes la familia Eberhard me decían lo mismo, pero después me mostraron una nota que Chatwin dejó en el libro de visitas de familia que contiene, en idioma inglés, el mas simpático de los agradecimientos que yo he visto. No he conocido a Chatwin y no conozco su carácter. Lo que puedo decir es que cuando se viaja como él, sin saber adonde te lleva cada día, el cerebro del viajero está muy concentrado en la organización y recolección de datos y noticias. Para comprenderlo hay que viajar así; la fatiga te hace concentrar la atención y un sentido de supervivencia te hace pensar sólo en cómo resolver las dificultades de llegar desde aquí hasta allá o en formular las preguntas necesarias para una o otra historia. Yo mismo en alguna ocasión, dentro la excitación del viaje, me di cuenta que había salido de una casa sin saludar o dar las gracias de una manera adecuada. Mi cerebro estaba tratando de no olvidar nada de lo que el personaje me había dicho, pensaba en si necesitaba algo más, si en la mochila había puesto todo... qué tenía que hacer después... Viajando de esa manera el cerebro esta en una condición que no es la de la persona normal. Eso habría que considerarlo al juzgar a Chatwin.
- ¿Cuál fue tu experiencia más memorable?
- Seguramente en mi último viaje -de los cuatro que hice- la parte de los días de camino entre Lago Posadas, Paso Roballo y Bajo Caracoles, unos ciento veinte kilómetros caminando dentro a la pampa desértica, sin saber adónde iba a parar por la noche. Creo que no se puede decir que uno ha viajado "a lo Chatwin" sin caminar físicamente a su manera.
Hay todavía otros momentos en que me sentí fisicamente al lado de Chatwin y uno que recuerdo con placer es en la casa de un galés en Gaiman. Gerallt Williams está en una fotografia de Chatwin y el encuentro con él fue como un bautismo para mí durante mi primer viaje en 2006. En su casa tuve por primera vez la impresión de que Chatwin estuviese allí, escuchándome leer en castellano, mientras que los miembros de la familia comentaban los errores de sus descripciones. Era como si él, sonriendo, pensara: "¿Quién hubiera pensado que un italiano recorrería un día mi ruta para revisar todos los detalles de mis descripciones...?"
- ¿Cuáles son tus planes inmediatos?
- Terminar de escribir, editar el libro en Italia y viajar otra vez a Patagonia para presentarlo.
- Si tuvieras que resumir todas estas experiencias en una sola frase, ¿qué dirías?
-Como te dije antes: Creo que no se puede hablar de haber viajado "a lo Chatwin" sin haber caminado físicamente a su manera.
Carlos Dante Ferrari
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